Las estructuras metálicas que se crean están formadas por unas columnas centrales donde se atornillan unos brazos en voladizo encargados de soportar las cargas.
Con este sistema de almacenaje los materiales largos a almacenar, a pesar de su largura, tienen varios puntos de apoyo, reforzando la estabilidad de la carga y evitando desplazamientos o curvados indeseados de la misma.
Las columnas centrales se unen entre ellas por medio de un sistema de arriostrados que proporcionan a la estructura metálica una gran resistencia.
Los brazos se pueden colocar a diferentes alturas adaptándose a las necesidades de almacenaje y en su extremo más externo se puede colocar un tope de seguridad para evitar caídas accidentales de la carga.
La configuración de los brazos puede estar a un lado de las columnas centrales o a ambos lados, lo que proporciona mayor versatilidad en la gestión de almacén.